Cariño de Hermanas.
Sólo diez añitos acabados de cumplir, tenía cuando apareciste en mi vida. Había esperado tanto por tí, entre los juegos bruzcos de mi hermano inmediato, que lindo seria una muñequita de verdad, que se prestara a mis juegos y caricias... No alcanzaba a realizar que con tú llegada, mi desplazamiento al último lugar de los afectos de mis padres, era inminente! Pero que va aportaste tanto a nuestras vidas, que con el tiempo aprendí, cada quien tiene el lugar que le corresponde. Pero como pensarlo si tu presencia traía tanta alegría a nuestro hogar, eras la compañía anhelada y con el tiempo la dúlce compañía de mis padres en su vejez. Tú espontaneidad y sinceridad, podrá ser vista por algunos que no conocen tu alma como imprudencia, pero para quienes bien te conocemos, son destellos del reflejo de tú alma noble y de tú honestidad. Todavia me acuerdo de tus cinco años con tus cabellos miel ensortijados, tratando de pararte en las mangas de las bancas del colegio para asomarte por la ventana