Cambiar para Mejorar
Cambiar es doloroso generalmente. Es la muerte de algo viejo. Es el quiebre de la cáscara de la semilla. Los cambios producen temor, porque no sabemos qué va a pasar luego. Pero a pesar de todo esto, Cristo es firme, Dios es fiel, Su palabra permanece sólida y cierta. Mientras más atención prestemos al reino de Dios, más fácil será mirar más allá de lo que esté muriendo. Échale una mirada a lo que es transitorio, y mantén tus ojos en Jesús y en su amor permanente por ti. La confusión viene de lo incierto, que llegó por no saber qué pasará luego ya que el paisaje luce diferente hoy. El camino a través de este jardín de crecimiento, siempre cambiante, se encuentra centrándonos calmadamente en la palabra irrevocable de Dios y en la presencia infalible de Jesús en la Eucaristía.