Mi regalo para hoy

Hoy al regreso del aeropuerto luego de dejar a mi hermano que va a iniciar en otro Estado mucho más al norte, su trabajo como profesor en otra diferente Universidad de las dos del Sur en que ha enseñado.  Comenzará con nieve y frío, solo y sin conocer a nadie, pero con una gran voluntad y un espíritu de servicio tan propio del que guarda a Jesús en su corazón (tal y como mi madre se lo inculcó). Reflexionando en ello sentí tranquilidad y al mismo tiempo pensé en mis hijos y en lo vulnerables que son al no tener esta fortaleza. Vergüenza en mí que no he sabido hacerlos fuertes.

Me dirigí a la iglesia, necesitaba hablar con uno de los sacerdotes, pero todo estaba cerrado pero como la Virgen siempre guía mis pasos, fui a la capilla y oré a los pies de Nuestra Madre, lloré por las preocupaciones que me embargan y que a punto de finalizar el año; parecen no superarse, muchas decisiones que implican fuertes cambios pero que definitivamente hay que hacerlas. Yo sé que sólo ella me da la luz.  Encontré en la mesita de ofrendas láminas, rosarios y oraciones y leí algunas de ellas, fue cuando encomendando mis preocupaciones, pensé en mi hermano al mirar los ojos miel de la Virgen y caí en cuenta que a pesar de tener que estar de mudanza, de vueltas de papeles y de inmigración, de tener que dejar a mi sobrino junto a su madre y el dolor del desprendimiento que esto representa para un padre como el, saco el tiempo para visitarme y traer a mi sobrino para Navidad.

También mi tío, mi cuñada, mi suegro, mis primitas vinieron a acompañarnos en Navidad, creo que la familia es lo más importante y que debemos estar unidos, eso responde a algunas dudas de donde debemos permanecer; mi hermano esta sólo luchando por salir adelante y por grande que sean sus dificultades, siempre esta al pendiente de mí. Debo ver lo que tengo y no lo que me falta, darle ánimo a mi hermano, amar generosamente, comprender a mis hijos con la sabiduría de la humildad, cuidar la salud de mi esposo y la mía propia como la de mi familia, tener paz espiritual para  alejar todo mal.

Sólo en la medida en que embellezca el panorama de todos aquellos a quienes amo y trate de hacer de este mundo un lugar más agradable para todos quienes me rodean, ofrezca lo mejor de mi misma,
podré recibir en el buen momento de lo mismo que doy.  Tengo tanto que mejorar, comenzando por
la impaciencia que me caracteriza, la falta de tolerancia y lo dura que soy para juzgar.  Perdóname 
hermano mío por no ver las cosas inmediatamente sino después del hecho.  Pueda ser este nuevo año
pueda educar y rectificar mejor a mis hijos, ser mejor miembro de familia, ser paciente y comprensiva, guiar a mi familia de mejor manera. Madre mía dame la fortaleza y la  sabiduría.

El bienestar y la satisfacción de hacer feliz a los otros a pesar de nuestros propios problemas engrandece la dignidad y espíritu humano, así como compartir las alegrías nos hace que las disfrutemos doblemente.

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