Despedida a un gran abuelo

Quiero pensar que vine con un gran propósito,
que olvide en el largo camino pero que el
destino me hizo recordar.

Quiero olvidar que fui rey y mendigo,
olvidar las satisfacciones que la vida me ha dado;
quiero olvidar que fui sincero, que fui amigo,
quiero olvidar que un día perdoné y fui perdonado.

Quiero morir y descansar eternamente,
dejar de ser todo para convertirme en nada;
marcharme a mi sepulcro tranquilamente,
terminar de una vez con esta vida tan atareada.

Quiero descansar en mi lecho esperando mi muerte,
mientras pensaré en lo que la vida me dio;
sabré reconocer que ya no soy tan fuerte,
y no lloraré por lo que la vida me quitó.

Quiero recordarme de todo lo vivido;
sin arrepentimientos, pero eso si con mucho
regocijo, por estos ciento dos.

Quiero lograr la paz que tanto anhelo,
lograr la dicha y tranquilidad que la muerte ofrece;
estar tranquilo, sereno, bajo el suelo,
sentir como mi corazón poco a poco perece pero
no desaparece.

Navegaré entre montañas de pena y remembranza,
obligaré a mis siete sentidos a morir poco a poco;
colocaré una barrera de hierro a mi corazón,
pensaré en nada hasta volverme inerme.

Me volveré invisible ante la gente,
me convertiré en uno mas del montón;
cuando me vean creerán que soy un ausente,
creerán que por amor he perdido la razón.

Que no es mas otra cosa, que morir para nacer,
reencontrarme con el ser amado, esta vez sin ataduras
ni fardos, solo la firme voluntad de amar,
de ser comprendido y aceptado.

Guiar en la senda a los que luego vienen,
hacia esta dimensión espiritual de verlo todo sin ser visto,
en la paz del amor celestial.

María del Carmen Moreno Madriñán, dedicado a un gran hombre.
El bisabuelo de mis hijos.