Mi Fortaleza



                                                                     Mi Fortaleza

Cuánto tiempo ha pasado, ya ni sé. Mucha incertidumbre y desconcierto, un huracán de emociones.
No he llorado, o tal vez sí ¡cuando no puedes reprimir las lágrimas! Aquellas que brotan sin que se haga repetir el llamado.
Soy débil me reprocho, pero entro en razón y trató de no ser tan cruel con migo misma.  Reconozco, soy solo humana, las cosas no son siempre de la manera que quisiéramos, simplemente son como son, como deben ser, y cómo deben de ser aceptadas.
Nada permanece igual, todo cambia es un constante devenir, el tiempo pasa inexorablemente, las canas comienzan a salir, hemos crecido siendo educados de cierta manera y llegamos a otro sitio, otra cultura, otra moral otro tiempo.
Poner las ilusiones en el hombre es cosechar desaliento, mejor me postro a los pies del Señor e imploro por paciencia y resignación por aquello que no puedo cambiar o entender, de nada sirven reproches o querer cambiar el pasado, supongo todo debe ser así para aprender.
Es que acaso la experiencia llega tarde, no sé! Supongo que lo importante es que llegue y mientras hay vida, siempre hay experanza. Depósito ante el Señor mi carga tan pesada y simplemente lo mejor que debo hacer es dejarme sorprender.
Buscar justicia, la vida no es siempre justa, pero a largo alcance, con serenidad  y una vez encontrada La Paz y el sosiego, podré entender que todo tiene un sentido  y que de alguna forma, todos obtenemos lo que merecemos.
La madurez a algunos les llega muy tarde, pero al menos tienen la dicha de alcanzarla.  Hay quienes nunca llegan a ella.
Mientras tanto, más me conviene contar mis bendiciones y no lo que me falta, no es lo que poseemos, es lo que llevamos adentro lo que cuenta.  Pues lo más importante que debo saber, es que es en
El Señor en donde encuentro mi fortaleza.

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